La crueldad humana, esa bestia
sin rostro (o de mil caras). Monstruos en el corazón de una humanidad cada vez
más deshumanizada. En el pueblo aparecen gatos sin ojo, envenenados,
abandonados, apaleados, con hambre y sed de justicia, como los perros,
tantos... Seres de cuya bondad deberíamos aprender lo mínimo para entender lo
máximo de la grandeza del alma que ellos tienen, la que a tantas personas les
falta… Hay quién se plantea si el demonio existe; si vivirá junto a las
calderas de Pedro Botero, si tendrá ojos fríos y llevará la oscuridad por
bandera. Yo creo que sí, que existe, que está cerca, pero no lleva tridente,
anda con dos pies y odia a quién tiene cuatro patas. El demonio vive empadronado
en cualquier casa de una calle cualquiera, igual tiene hijos demoniacos, como
él (dicen los entendidos que se comienza muy niño a sentir odio y desprecio por
los animales y que la normalización del maltrato hacia ellos comienza en casa)…
O quizá sea un ser solitario, amargado de vivir en las tinieblas, de no poder
sonreír, ni amar… Ovidio ya nos advirtió hace dos mil años (que es ayer mismo)
que: ”la crueldad hacia los animales enseña la crueldad hacia los humanos”… Y
así lo creo yo también, porque quién maltrata o mata a un animal, sin temblarle
el pulso, maltratará o matará a un ser humano. Y así nos va…
Gata Literata.