lunes, 2 de abril de 2012

GATOS EN PROCESIÓN.


Crónica del día. Abriéndose paso entre los Pasos.

Estamos en plena vorágine semanasantera. Los gatos siguen sin inmutarse bajo el ritual de su limpieza. Lamiéndose y relamiéndose. Las calles huelen a pescaíto frito, -dicen que estamos en Cuaresma, y hay quién cumple el ritual de no pecar con la carne-. Claro, que me pregunto yo, qué tendrá que ver el culo con las témporas.

Decía el otro día una madre apoyada al mostrador de la carnicería, donde compraba “para estos días”, que su hija le había pedido que el Viernes de Dolores  no le hiciera arroz con “pescao”, sino que le pusiera magra fresca. Ella, la miró con ojos de  madre con pecado concebida, y le dijo que sí, con la condición de que se portara bien y el Domingo fuera a la Procesión de la Burrica, que es la misma del Domingo de Ramos, donde antiguamente nos decían que, “quién no estrena no tiene manos”, y había que estrenar el vestido nuevo del Viernes Santo en el Calvario, y los zapatos de charol reluciente.

Está claro que a estas alturas del catecismo, pecar, lo que se dice pecar, ya no se peca como antiguamente  pecaban lo pobres, -mientras los ricos se tragaban los pecados  con  dispensa clerical- Pero aún queda mucho, aunque parezca mentira, del  arraigo de aquello que podría llamarse “el credo con rezo entra”, que yo, me acabo de inventar, como símil de la otrora utilizada “la letra con sangre entra”.

Desde mi tejado, observo el bulle-bulle de los humanos afanados en una religiosidad que ni de lejos me la creo. Calle arriba, cerro abajo, los días que han precedido a la llegada de la Semana de Pasión, que llaman, son un continuo machaqueo de  trompetazos y tamborilazos a cualquier hora, con sus correspondientes aguijonados auditivos, como si la hipotética expiación de culpas, fuera cosa de ensayos para no fallar en la fe de estos días.

Pero es lo que hay. Pese a lo que me maúllan las vísceras, nací bajo el sol del gático pueblo donde todo es Semana Santa, y antes se enseña a un niño a tocar el tambor que a hacer la o con un canuto. Por tanto, seguiré calle arriba, cerro abajo, con las manos aferradas al tambor tocándole la piel junto a mi gente. Porque sí, lo confieso, lo mío es el toqueteo…¡¡Zapatata¡¡…

No faltaré, ni quiero, al encuentro de la Bendición en el Calvario. Y, como vengo maullando desde que tengo uso de razón gatuna, en ese momento me recorre el cuerpo un no se qué, que ni explicación tengo para maullarlo; por tanto, aunque la lluvia anunciada nos agüe el invento, dejaré que, como siempre que llueve cuando menos se le espera, el agua me acaricie con sus  lamidos , porque el Nazareno, con su mano al viento, me engatusará de nuevo.

Este año, gracias al cielo, Jorgete, un gato mimoso como pocos, maullará cerca y le dejaré que coma carne. Porque un buen gato que se precie, no puede hacerle ascos al amor.

Gata Literata.

CIUDAD GÁTICA.



Desde hoy, habrá siempre luz en los balcones. Serán los ojos de gata que miran hacia la noche cuando el día se duerme plácidamente bajo el ronroneo, y las pisadas se silencian bajo los sueños.

La Ciudad Gática, es otro lugar más donde el Reino del Senti-Pensar se abre a los corazones felinos y a los no tanto. Pero gatos al fin y al cabo, porque si algo he ido descubriendo en mis años de vida gática, es que no hay nada como ser un gato con ínfulas de humano, o un humano con intenciones gatunas.

Bueno, sea como es; que aquí se abre una nueva puerta. Detrás está el camino que lleva al Bosque Animado, eso sí, porque en definitiva la pretensión no es otra que la de animar a que se animen, los que puedan estar más desanimados.

Las gatas de esta casa, Clara y Venus, os irán contando con su lengua  historias gatunas , y cómo no, os maullará el gato mimoso  Jorgete. Sin dejar de lado las aventuras y desventuras de la felina más humana de cuantas gatas pudieran encontrarse. Ella es, como su sonrisa indica, alegre y chispeante de “personalidad personalísima” Y es quién, subida al árbol más antiguo del bosque, observa y cuenta, llevándonos de su mano empuñada de letras al mundo mágico de contar, y de sus palabras enfundadas de verbo, a pasear por los caminos que se abren en un entramado llamado Vida.

Por esto y por mucho más, sean bien venidos, hombres y mujeres de buena voluntad,  y, si gustáis, disfrutar de los momentos que los gatos os dediquen desde sus gateras. Habrá, como no, de todo, como en la ciudad.


Gata Literata.