miércoles, 18 de mayo de 2016

DEBERÍA IRSE



Me lo pregunto, una y mil veces, todo este tiempo… ¿Qué hace ella ahí?

Si ella supiera.  Se iría. O eso pienso que en otro tiempo haría. En este no sé. Todo es demasiado inaudito.

Me cuesta verla sentada en el sillón de los inventos. Ella es honrada. No tengo duda. No hace de la mentira su modus operandi.  Y jamás, bajo ningún concepto, sería trepa… Pero ha llegado ahí… Y ella no sabe, creo que no sabe, donde se ha metido.

Me cuesta reconocerla.  Y yo me retuerzo porque no puedo ser yo todo el tiempo.  Si fuera Juez, me sentaría frente a ella vestida con la toga de escuchar la vida,  revestida de autoridad y dictaría  sentencia,  inapelable…

FALLO

Que debo condenarla y la condeno a que se vuelva a casa. Siga con su otra vida.  No haga ahora aquello que antes no quiso hacer. Y aunque quiera; porque consta su capacidad, su valía, su implicación… no ha escogido el mejor lugar, ni el tiempo  (recuerde: hay un momento para cada cosa), porque todo lo que haga y pueda hacer, no le servirá, sino para algún día darse cuenta, que no hizo lo que quería, o debía,  en el mejor momento, ni supo elegir los mejores compañeros (algunos) para el viaje…


Ante esta Sentencia, no cabe recurso alguno.