jueves, 17 de marzo de 2022

En busca del girasol perdido (aceite maravilla)

 

Días pasados intenté comprar dos litros de aceite de girasol para unas frituras de lomo que hace una de mis cocineras predilectas... Y para tener una "botellica guardá", según me dijo cuando me envió a la compra. Me recorrí la Ceca y la Meca, pero no encontré el tan ahora preciado "Helianthus annuus", por nombrarlo dándole bombo al aceite maravilla. Una dependienta, de los comercios que por días alternos he visitado en busca del "tesoro dorado", ya sea en el pueblo, ya en alguno limítrofe, me dijo, indignada, que una señora había acabado con las existencias. Se llevó 6 botellas de 5 litros de un solo tirón, llenando el carro de idiotez supina, pues la señora dijo que ella solo lo gastaba para hacer mayonesa. Semejante tontuna, solo similar a la del papel higiénico en tiempo de pandemia, no debe caberle en el cuerpo a la mayonesera, pero, cuando se prevé una escasez, como en este caso, y a alguna gente ya se le ven las pocas luces que las adornan, los comercios deberían tener en consideración que a la clientela, que se la pretende abundante (no en idiotez, que también), deberían intentar controlar quién sale de las superficies con los carros a punto de reventarles las ruedas, y servir mejor y con un mínimo de sentido común. Pero claro, teniendo en cuenta que ese es el menos común de los sentidos, pasa lo que no tiene que pasar, porque lo que importa es agotar las existencias, aún a costa de que las mayonesas caseras solo sean privilegio de quién más madrugó para el despropósito...

Está claro que la meditación (anunciada a bombo y platillo en facebook días pasados) me dura poco, y la relajación; lo que tardé en salir en busca del girasol perdido...

Carmen Callado,
La Voz de los Días.