lunes, 8 de julio de 2013

LIBROS Y GATOS.


Crónica del día: A estas horas en que un nuevo lunes comienza a amanecer, y antes de entregarme al cálido abrazo de Morfeo, convengo, una vez más, en que los gatos son de lo mejor con lo que se puede encontrar un humano en el camino de la vida lleno de ladridos. Hoy no he tenido tiempo de estrujarme las neuronas felinas, pero leer a los gáticos escritores siempre es un placer lleno de ronroneos y lametazos de buena escritura y, como no es bueno que el gato esté mucho tiempo sin darle a la zarpa, aquí  traigo un artículo dragoniano (me gusta a mí este humano con cara de gato) Sánchez Dragó escribe lo que le sale del intelecto y, con más razón que un santo nos considera poco menos que  los creadores del universo...Y si no, pasen y lean.
"Vivo rodeado por los unos y por los otros. Son mi mayor consuelo en este mundo de hoy que se cae a pedazos. Casan bien entre ellos. Con razón se dice que el gato es el animal favorito de los escritores. Quizá seamos los escritores el animal favorito de los gatos. Les gusta sentarse junto al ordenador, junto a los folios, junto a la máquina de escribir (eso era antes), y ver cómo los dedos del escritor van sacando palabras desde el fondo de su ingenio.
No les importa la calidad del texto. Los gatos nunca juzgan. Los gatos nunca se quejan. Todo les parece bien. En eso, y en tantas otras cosas, se diferencian de los perros y de los seres humanos.
La semana pasada vino a la Feria del Libro Iñaki Uriarte, acompañado por María, su esposa. Me alegró verlos. No nos conocíamos, aunque llevábamos un par de años leyéndonos e intercambiando mensajes. Los dos volúmenes de sus Diarios (Pepitas de Calabaza) me deslumbraron. Ya he dado razón, cuenta y citas de ellos en varias entregas de este blog.
Le pregunto:

–¿Habrá un tercer volumen?

–No, no lo habrá –me dice.

–¿Y eso?

–La gente se enfada...

Es cierto. Me consta. Todo el mundo tiene de sí mismo una imagen distinta a la que dibuja el escritor.
El gato de Uriarte se llama Borges y vive en el futuro, según su dueño (que no lo es. Nosotros somos las mascotas de nuestros gatos). "Oye los sonidos un instante antes que yo. Para cuando escucho sonar el timbre de la puerta, él ha salido corriendo. Alguna vez le he visto asustarse por un ruido que yo iba a hacer un momento después."

También eso me consta. Damisela y Bufanda hacen lo mismo. Corren a esperarme en la puerta antes de que yo salga del ascensor.
Iñaki corrige a Nietzsche. Decía éste que los oídos son el órgano del miedo. Es verdad, pero en los gatos, apunta Iñaki, también son órganos del amor.

"–¡Desobediente! –le riñe a veces María a Borges.
Sonrío.

Rousseau: ¿Le gustan los gatos?

Boswell: No.

Rousseau: Estaba seguro de ello. Es mi test para juzgar un carácter.
Usted tiene el típico instinto despótico del hombre. No le gustan los gatos porque los gatos son libres y nunca consentirán en ser esclavos. Nunca harán nada que se les ordene, como lo hacen los otros animales.

Boswell: Tampoco las gallinas.

Rousseau: Una gallina obedecería sus órdenes si usted fuera capaz de hacérselas inteligibles. Pero un gato le entenderá a usted perfectamente, y no le obedecerá.

La capacidad para ser desobediente me parece una de las mayores virtudes que se pueden poseer."

Alguien dejó aquí el otro día un comentario que me gustó. Javi, mi ayudante, me aconsejó que lo leyera. Lo hice. Decía, más o menos, lo siguiente...

El perro ve que su amo lo cuida, lo acaricia, lo mima, lo protege, le da de comer, y piensa:
–Mi amo es Dios.

El gato ve que su amo lo cuida, lo acaricia, lo mima, lo protege, le da de comer, y piensa:
–Yo soy Dios.
    
Y lo es."