Crónica del día: ¿Día del trabajo?
Quizá la incongruencia sea esa;
celebrar el día del trabajo o, por qué no, pienso mientras celebro estar ahora
mismo en zapatillas de andar sin ruido, sin el carmín en los labios y la mañana
dispuesta para hacer con ella, lo que quiera, no lo que deba… Pero me pregunto
hasta qué punto estamos llegando que ya no sabemos si celebrar algo, los que
tenemos motivos para ello, no será un revulsivo para aquellos que DE VERDAD no
tienen nada que celebrar, porque no hay trabajo que les recuerde que hoy se
instauró, como tantos días conmemorativos, que el 1 de mayo de 1886, en Chicago,
se hizo posible la reivindicación laboral de ocho
horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa.
Logros que, como la triste
mayoría de las veces, viene precedida del derramamiento de sangre de los
explotados, (porque la historia se escribe casi siempre con la indeleble tinta
roja de la lucha)… Pero volviendo a esas 24 horas repartidas en 3 grupos de 8
horas, que me dan para la crónica de hoy; sobre todo porque no seré yo quién diga
algo que, sobre el día del trabajo, no esté ya dicho.
Tenemos 24 horas disponibles cada
humano, para vivir un día. El logro de 1886, parece un hito en la historia de
la humanidad; y lo será, si miramos hacia atrás (que para algunas cosas hay que
girar la cabeza) pero, ¿qué es, si miramos hacia adelante, que es donde dicen
los soñadores que se gestan los sueños?…
8 horas para trabajar (o lamentarse de no hacerlo) O hacerlo sin reconocerlo (que ya es delito,
de todos esos que trabajan pero se callan, afiliados a las irreales cifras del
paro. O celebrando el salario, o dándose de bruces con la dificultad a fin de
mes…
8 horas para el sueño ¿Qué haríamos sin entregarnos a Morfeo, y
morir en los sueños sin estar muerto, mientras la vida sigue en nuestro feliz
descanso, pero no participamos de ella, por estar dormidos?
8 horas para la casa, rodeada de niños (o gatos). El puchero
dispuesto y la colada tendida. La plancha desesperada; el cubo con agua sucia;
el baño atascado de pelos y jabón; las camas callándose la noche; los niños
hacia el colegio; la compra del día o la semana; el abuelo reclamando cuidados;
el marido de un humor de perros; el disgusto en cifras del consumo de la luz;
la… (qué podré decir que cualquier humano de 24 horas al día, no sepa ya)
Y llega la noche de un largo día
de 24 horas… ¿Y para cuando el amor con sexo, o sin él. Para cuando el baño
relajado de espuma y velas perfumadas. Para cuando el beso largo sin la premura
del tiempo. Para cuando el sabor dulce de la palabra sin reclamo… Para cuando
un trabajo de 8 horas sin el cansancio del trabajo. Para cuando dormir sin que el sueño olvide a
los Sueños. Para cuando 8 horas para que la casa no se nos caiga encima, por no
tener a donde ir?... ¿Para cuando?
No sé si celebrar, con huelga de pucheros, que hoy es
el día Internacional del Trabajo, o tomarme el trabajo de repartirme las 24
horas, legal y moralmente conseguidas, como yo quiera…Sin que me influya el
ruido de la calle que reivindica lo que ya no tenemos fuerzas ni para gritar.
Y yo digo ¿Cómo ser mujer (algunos
hombres pueden subirse al carro) y no morir en el intento de llenar veinticuatro
horas cada día…