sábado, 14 de julio de 2012

PAGAR LA JUERGA SIN IR A LA FIESTA.

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...NO POLÍTICOS QUE NOS RECORTEN HASTA EL BIGOTE...

Crónica del Día: Corren tiempos difíciles, tanto que estamos rebasando el límite de lo medianamente soportable ante una injusticia distributiva que nos obliga a mirar atrás.

Me sorprendo escuchando el mismo parecer una y otra vez en gente de a pie que va parada, amas de casa, pensionistas, jóvenes sin futuro laboral, currantes con la duda de las venideras deudas como Espada de Damocles, y a periodistas de alta pluma, llamando a Rajoy y sus medidas contra la crisis -de quién la tiene- “franco”, entrecomillado para que, cada quién, le de la lectura que más le acomode a su realidad.
La madrugada que hizo mi crónica titulada “¿y Franco que opina de esto? me pilló sin querer en un retorno al pasado desde el recuerdo de una adolescencia que fue de una dictadura a una transición democrática, con paupérrimas economías, pero con la ilusión alta como la cabeza que nos acostumbraron a alzar al sol de camisas remendadas, que ni siquiera quemaba como ahora; pero tras el cual se vislumbraba un camino hacia la esperanza  tan esperada entre los restos de un naufragio silencioso y oscuro para demasiadas personas, aunque otras vivieran como dioses de un Olimpo inventado.
No creo que duelan tanto los euros que nos quitan  -que también- para pagar la juerga de una fiesta a la que no hemos asistido, como el rasero aplicado sin parangón ante una injusticia distributiva donde no se trata por igual al ladrón, al político, al trepa, al duque de bragueta, ni al funcionario; donde, por pocas luces que las entendederas enciendan, se llega a la conclusión que siempre los mismos, y demostrado queda, somos los peones de una partida organizada para que las ganancias en río revuelto, sigan siendo de pescadores de víctimas inocentes, en este despropósito gubernamental de recortes salariales y subida de la cuesta de la vida, que, poco a poco, deja patente la república bananera de un mundo habitado mayoritariamente por ladrones de guante blanco y dedos ensortijados de monedas.
Duele no poder mirar hacia adelante y tener que girar la vista atrás. Hacia un tiempo de imposición y desorden oculto donde la mordaza era el salario mejor cobrado. Y ahora, no es que no podamos hablar aunque de nada sirva, sino que debemos gritar ante oídos sordos; porque, en definitiva, alguien tiene que pagar los platos rotos, y mejor no tocar a los sinvergüenzas evadidos en paraísos fiscales, ni a los apoltronados per sécula seculorum en el trono de la irresponsabilidad bien pagada, auténticos responsables del descalabro económico en el que nos encontramos, de todos los llegados a más aunque vinieran de menos, que no renuncian a los asesores que los aconsejan barriendo para casa, ni a todos sus cargos públicos remunerados y prebendas de un poder que nunca se les facilitaría si fueran funcionarios, por ejemplo…
Estoy harta, y mucho, de ver y oír demasiadas barbaridades bajo los tejados de hipotecados habitáculos; aunque deba reconocer que los gatos no debieron comer tan a menudo caviar ni salmón de Noruega; a lo que demasiados se acostumbraron aunque no hubiera para pan; y ahora puede que haya que volver a las tortas de harina y seguir midiendo la economía de supermercado de la Unión Europea, donde no llenar el carro con 100 € equivalen a los 30 de no hace tanto, que se quedaba a rebosar.
La injusticia distributiva sigue el curso de la España de ayer que llevaba tatuada en la frente la diferencia de una sociedad de pobres y ricos. Del que puede hablar, y al que se le cierra la boca porque no le cabe el asombro; en una democracia que ha perdido su esencia, porque al pueblo se le merma su soberanía popular por tanto partido político que no cumple con los preceptos de la Carta Magna en ese espíritu de participación democrática, donde el pueblo ejerza su soberanía con sentido común, y no pasando la guadaña para segar por igual la mies que la cizaña.
Duele que los i-rresponsables políticos no sepan que pasa realmente en los pueblos de España, ni cual es el salario de demasiados españoles que no llega ni siquiera a mileurista; que no tengan en cuenta que no es lo mismo llamar, que salir a abrir la puerta de la corresponsabilidad; que no se puede tratar por igual a tantos desiguales, Que…
Me quejo, simplemente me quejo, aunque mi gatera esté llena de almohadones y coma en bol limpio: Pero como no hay libertad sin ira, me lleno de rabia y cuento lo que siento y pienso para no caer en la neblina del continuo invierno que me impida ver el sol de primavera y notar el calor de la lucha; para no ser tratada como borrego cuando soy gata libre desde que arañé las primeras briznas de vida. Una gata cuyo reino no es de este mundo; porque me siento extra terrestre demasiadas veces como para conformarme con un trozo de tierra desgobernado y árido; y donde el día a día se hace difícil entre tanto muerto de aburrimiento y necesidad; mientras la otra parte del planeta se pudre viviendo tan ricamente como si nunca fueran a morirse.
Maúllo y maúllo, desde esta Ciudad de los Gatos para no ser partícipe de otorgar ante el silencio. Para que se oiga el chasquido de la Lengua de Gata más allá del reducto de mi gatera. Para que, de una vez, despertemos a la realidad de que no se puede seguir apoyando a tanto lengua suelta que prometen oro en época electoral, engañando a los que ansían poder comer sin iva inflado, y luego se tragan sus promesas como el faquir se traga el fuego sin quemarse.
Si en época de elecciones, los electos se tuvieran que ir a su casa con el rabo entre las piernas, otro gallo cantaría; porque en resumidas cuentas, una vez aupados a las poltronas por nuestra  culpa, grandísima culpa, luego nos dan con el iva en las narices y recortes salariales una y otra vez; amén de servirles de cabeza de turco en unas vendetas sin precedentes como excusa de recuperación de su despilfarro.  No me sirve que los políticos de altas nóminas y prevendas dejen de cobrar la extra de Navidad como "ejemplo y solidaridad", porque no sirven ejemplos cuando no es lo mismo recortar una extra a un mileurista que a un milloneurista...
No, no hay justicia distributiva, y por eso deberíamos dejar de ser el apoyo para subir a los escaños a tanto trepa; sea rojo, azul o  negro, como la economía...Algo tendríamos que hacer los agredidos, que somos legión, contra las medidas improcedentes adoptadas por quienes libremente deciden  sobre nuestra paupérrima economía, y tienen la sartén por el mango y la billetera llena. Pero no basta con salir a la calle un día y pagarles la huelga y el descontento; sino que deberíamos hacerles saber de una vez por todas quién hace realmente que una administración, una sanidad, una educación funcione, y que, para determinados viajes, no nos hacen falta alforjas...

Bájense los señores del gobierno sus sueldos inflados y entonces podrán tener la moral suficiente para rebajarnos los nuestros, por enésima vez.
Gata Literata.