miércoles, 2 de enero de 2013

DESPUÉS DE LA TEMPESTAD.


Crónica del día. Después de la tempestad, viene la calma. Tres días aún disfruto de vacaciones. Aquellos días que, por antigüedad, me corresponden de más;  porque un buen día, un grupo de reivindicadores decidieron que era bueno premiar tantos años de trabajo frente a lo que parece, en ocasiones, un frente abierto.(Nunca mejor dicho). Pero son los pen-últimos coletazos, porque un tal innombrable, erigido al poder, así lo ha decidido (y extensible a todo gato que los disfrutara) porque debe ser que han pensado que el cacareado "mal de muchos, consuelo de tontos”, dará sus frutos... Y así se levanta mejor un País, que está siendo derribado, previo diseño, en los despachos del poder.


No, no estoy cabreada, ni con ganas de arañarle a nadie. Más que nada porque es la encomienda que me he hecho para este nuevo año. Y no porque haya que enfadarse menos porque sea un año nuevo; que va; (si yo cuando me pongo, me pongo). Es porque he decidido tomarme las cosas con más calma. No sé si haré yoga o relajación mental, (que pal caso viene a ser lo mismo) a partir de ahora. Pero eso de ir tan al galope, para sólo caminar en círculos; como que no.
 
Tendré que hacerle más caso al gato Jorgete, que lo pierde menos el orden controlado, que a mi. Hacer más mío eso de "vísteme despacio que tengo prisa", y mover los bigotes gatunos más para relax de los sentidos, que para ir como si llevara un cohete en el culo (dicho de mi amigo Roberto Learsi).
 
Y es que los años no pasan en balde; y para muestra la del baile de Noche Vieja…Que estuve hasta las 6 de la madrugada dándole al cu-cú, moviendo el esqueleto, me tomé un gin-tonic, sumado al vino de la cena y la sidra de las uvas en conserva, y llevo dos días en cuarentena: ¡¡Por Bastet. Menuda jaqueca, y la barriga revuelta¡¡ O me pusieron garrafón, o la mezcla de comidas y tragos que, aunque medidos, me están recordando que, en casita, en definitiva, es donde mejor se está (cuando no te dan ganas de salir corriendo)…
 
Total, que entre ponerme bien y estarme quieta, preciso de ambas cosas. Y aquí estoy ahora, que me levanté antes de cuando me toca trabajar, para hacerme un café con leche que me despejara la mente, y echarle algo al cuerpo para recuperarlo de la cena de hace dos días. Este año mi amiga Isabel y su fámily, han cenado en casa. Ellos son tres, nosotros también tres, y sumando seis, repartimos el aburrimiento de la mejor forma alrededor de la chimenea. Las gatas, cada una en una planta de la casa, -porque no se juntan ni para pasar una buena noche- se ensimismaron con sus croquetas y se acostaron temprano. Yo también, pero demasiado tarde…Y así voy ahora, como caramelo a punto de derretirse.  

Bueno, el caso es que lo que más me apetece siempre es darle a la tecla. La escoba que espere y el plumero que descanse…Dice el refrán que hasta San Antón, Pascuas son…Y si las quieres alargar, hasta Carnaval…Si no me come la pelusa, seguiré contando lo que pasa bajo los tejados, y, lo dicho; a intentar ir más despacio, para llegar a tiempo…