Crónica del día: Cada una en su casa y Bastet en la de todos.
Hace calor, el
sol cae sobre la piel que arde bajo su abrazo. El agua de la piscina –no apta
para mayores- recibe al cuerpo despertado de la noche; todo junto a la melodía
de las chicharras y el movimiento silencioso de la sombra favorable de los
pinos.
La sanidad sufre de recortes, pero Clarita ha sido
socorrida en una improvisada sala casera de curas, de una herida de guerra en una lucha con la gata Venus. Jorgete, como
gato nuevo entre las garras afiladas de las hembras, se ha equivocado en un querer
unir la raza desoyendo a la sangre; pero ellas no quisieron conocerse ni reconocerse. Venus, con sus
doce años gatunos de hija única, nunca vio con buenos ojos el caminar errático
de los gatos callejeros en búsqueda continua. Las fauces, siempre abiertas
frente a la ventana en un grito felino de ¡¡por aquí no pases¡¡...Ha sido
siempre la reina del hogar en una casa demasiado grande para su pequeño
corazón; que no admite usurpación de amor ni intromisión en su territorio.
Clara, fue
encontrada callejeando la Navidad que aún no hacía imaginar una próxima
de luto por el turrón perdido, y el pavo sin reclamo; cuando el desgobierno aún
no nos amenazaba de sequía de sidra fresca, ni la condena al frío aderezado con
abrazos para ahorrar en electricidad; -que, bien mirado, apretujarse puede
traer más unión que los euros perdidos para la salvación de los cuerpos. Pero,
volviendo a lo que vine, porque me pierdo en la crónica de calle y ánimos socavados, digo que: Clarita vive fuera
de los dominios de Venus, en el salón destinado al cine de barrio y las comidas
de hermandad, junto al fresco de la piedra adornada de cerro, y Venus, como la
reina del Mambo en toda la parte destinada a la vida gatuna de humanos y otros
guisos. Yo, sabía que el acercamiento nunca sería posible: que la raza no da
para la unión y que la sangre ni siquiera se llama porque no hay
correspondencia en las venas. Pero el gato Jorgete, se empeñaba en hacer la
prueba desoyendo a la razón de la experiencia gática; y juntó a las dos mininas.
Bigotes para qué os quiero; se armó un dos de mayo en julio y con sofocos. Pelos
de gata volando como alitas de ángel por el sofá magullado. Arañazos y
mordiscos por igual que dejaron a Venus la oreja labrada a punto de cruceta y,
Clarita, -que aún cojea- mordida en sus hermosas y orondas almohadillas por las
fauces de una gata que defendía su sitio como leona amamantando a sus
cachorros.
Para todo en la
vida hay que tener afinidad. Y si no, no valen gaitas ni componendas. Quién no
está destinado a encontrarse; no lo hará así caigan del cielo lazos cuan maná.
Y, quién tiene que convivir bajo el mismo techo, no habrá tejado que se
desplome. Lo que viene a decir algo así como que hay que darle pábulo a la ley
de causa y efecto, o que causalmente pasaba por allí, te vi y entré hasta que
me echaste…Más o menos.
Jorgete no se
esperaba tal pelea gatuna entre alfombras pisadas. Como buen guerrero pacifista
cree en la unidad y en la convivencia de los seres que se mueven sobre la
Tierra o bajo los aleros. Pero los gatos saben marcar muy bien su territorio. Y
no tienen que dejar simplemente su pipí por las esquinas. Con no admitir a otr@
en sus dominios, asunto resuelto.
Y así sigue el censo gático de esta casa. Re-partiendo el tiempo, el espacio y los afectos cada uno por su sitio; para que nadie se quede fuera aunque todos estemos dentro.
Vivir para maullar...
Vivir para maullar...
¡¡¡ FFFFFFFFFFFFFFF . . . MAAAAOGGGGGGG . . . !!!
ResponderEliminarLo que es la propiedad de una , es la propiedad de una , y los callejeros , que se las apañen como puedan y donde puedan . . . ¡¡¡ FFFFFFFFF !!! . . . ´AMOS , HOMBRE - NO , ´AMOS , GATA - ...
Ay . . . qué difícil es la convivencia , Señor . . . Entre 4 patas , dos patas con pluma , dos patas sin pluma . . .
Como siempre : CHAPEAU .
Un abrazo columnero,
Lola.
Hola, Carmen gatuna.
ResponderEliminarConvivir es sufrir las más de las veces, pero sufriendo aprenden los gatos a sacar sus uñas y clavarlas si es menester.
Montones de besitos maulladores. Nos vemos a mi vuelta por esos mundos gatunos en los que espero perderme, aunque sea sólo un ratejo.