Eras la gata más noble que he tenido la dicha de tener un tiempo en casa. Supiste llegarnos de la calle, maltrecha por tanto parto callejero, pero con la dulzura en tus pupilas cambiantes. Fuiste acercándote a nuestro hogar lleno de amor por los gatos y te acogimos, alimentamos y esterilizamos para que no sufrieras más, por tanto traer hijos a este mundo poblado con demasiados mal nacidos. Al final uno ha acabado contigo, envenenando tu bondad, tu mirada tierna, tus maullidos amables. Te escribiré algo más bonito cuando pueda. Ahora no. Ahora me duele haberte perdido, gata querida, y más porque no te has muerto, sino que te han matado. Ojalá se pudra en el infierno tu asesino.
Todos somos un poco gatos; cariñosos, consentidores, irascibles, graciosos... y, casi siempre, con las uñas afiladas. Observadores de todo lo que sucede bajo los tejados. La lengua es el nexo que nos une, y no importa que sea áspera, si consigue lamer con suavidad.
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¡Qué pena!!!! cómo lo siento. Cuanto cabrón /a por el mundo, ¡qué daño les harán los pobres animales!!!. Envenenar a un gato, ¿pero que se les pasará por la cabeza para hacer eso??? no lo entiendo.
ResponderEliminarMucho besos y ánimo
Espero que te recuperes pronto, niña. Y desde luego, en cuanto lo consigas, planta a ese cacho cabrón una denuncia. Lástima de animales que se le pongan en medio.
ResponderEliminarNo puedo evitar las malas palabras, pero no me salen otras, niña. Un besote grande, grande
Carmen, cuanto lamento que ser tan vil pueda quitar la vida a un ser cualquiera sea su especie, me emocionaste con tus letras se cuanto amas a los gatos y se cuanto yo los amo, en su paso silencioso nos acompañan, conocen nuestras costumbres y saben cuando los necesitamos. Miguelón y Tiziano te envian un maullido cariñoso ellos tambien te quieren.
ResponderEliminarUn abrazo grande querida amiga.
Maillidos tardíos pero de corazón a los tres.
ResponderEliminarBesos...